Los niveles mínimos de exposición a calor y frío aumentan la termogénesis del cuerpo.
La termogénesis es la capacidad de generar calor en el organismo.
Exponerse a frío o calor de forma metódica puede activar la grasa parda (brown fat), que a diferencia de la grasa blanca, es la grasa que produce calor, mejorando así el metabolismo y la salud.
Esta práctica, afecta el metabolismo y algunos neurotransmisores como la dopamina y la epinefrina.
La dopamina tiene muchas funciones en el cerebro, entre las cuales se incluyen papeles importantes en el comportamiento, la cognición, la actividad motora, la motivación, la recompensa, la regulación de la producción de leche, el sueño, el humor, la atención y el aprendizaje.
La epinefrina también conocida como adrenalina, es una hormona y un neurotransmisor que aumenta la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos y dilata las vías respiratorias.
El frío activa múltiples vías, como el hipotálamo y los receptores cutáneos, impulsando la termogénesis. El temblor producido por el frío, aumenta el metabolismo, aunque es importante evitar la hipotermia.
Por ejemplo, el calor del sauna dilata los vasos sanguíneos y capilares, permitiendo que la sangre fluya hacia la superficie. El choque térmico de una ducha fría hace que la temperatura del cuerpo disminuya. Esta disminución de la temperatura induce los temblores, que a su vez activan la grasa parda, generando calor para elevar nuevamente la temperatura corporal. El temblor, a pesar de ser evitado por muchas personas debido a la sensación de pérdida de control corporal, es en realidad una respuesta autónoma del cuerpo que puede ser entrenada y vista como un estímulo positivo para las células y el metabolismo.
La exposición al frío podría activar la presencia de grasa parda en el cuerpo, lo que tiene efectos positivos en la regulación del metabolismo y la sensibilidad a la insulina. Hay estudios que muestran que la exposición al frío puede producir una mejor presión arterial, una menor frecuencia cardíaca y una mayor sensibilidad a la insulina, lo que puede ayudar a prevenir enfermedades relacionadas con el estilo de vida. Por otro lado, la grasa parda es un tejido sensible a la insulina y su activación puede ser beneficiosa para mantener un peso saludable y regular la presión arterial.
Se reclutaron personas, principalmente nadadores de invierno, que se exponían al frío durante uno a dos minutos en agua fría y luego pasaban 10 a 15 minutos en una sauna caliente. El estudio encontró que esta exposición, dividida en aproximadamente 11 minutos totales por semana de frío y 57 minutos totales de sauna, tuvo efectos positivos en la sensibilidad a la insulina, la distribución y densidad del tejido adiposo pardo, y la eficiencia metabólica.
Además de los efectos fisiológicos, los participantes reportaron beneficios psicológicos, como mejor sueño y reducción de la ansiedad. También se observaron cambios en la percepción del frío y la sensación de confort con el cuerpo.
Un estudio sugiere que la exposición controlada al frío y al calor en sesiones cortas puede tener efectos beneficiosos en la salud cardiovascular y metabólica, sin necesidad de largas exposiciones. Es importante mantener la exposición como un estímulo breve y repetido, en lugar de prolongado.
La exposición deliberada al frío tiene varios beneficios potenciales, pero es importante tomar en cuenta a cada persona y sus condiciones de salud al practicarla. En el caso de personas con enfermedades o tratamientos médicos, siempre es recomendable consultar con su médico.
Las mujeres podrían necesitar menos exposición al frío para obtener beneficios similares debido a diferencias en la temperatura corporal y el metabolismo del tejido adiposo pardo.
Los expertos recomiendan realizar exposiciones breves pero repetidas para alcanzar el tiempo total recomendado. El objetivo no es necesariamente alcanzar temperaturas extremadamente frías, sino desafiar al cuerpo de manera controlada y variada.
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